viernes, 20 de enero de 2012

Arkadi Bábchenko, fragmento de 'La guerra más cruel'

Fotografía: Dmitri Baltermants, 'Soldados soviéticos en Polonia', 1945

EL PISO

“En Grozni tenía un piso. De hecho, tenía muchos en aquella ciudad: lujosos, modestos, algunos con muebles de caoba, otros totalmente destruidos, grandes, pequeños; en fin, pisos de todo tipo. Aunque éste era especial para mí.

(…) No era lujoso, pero estaba en perfecto estado. Se notaba que hasta hacía bien poco había estado habitado; seguramente los propietarios habían huido antes del asalto a Grozni. Era muy confortable y tranquilo, y dentro de él tenía la sensación de que no hubiera guerra. Contaba con un mobiliario sencillo, algunos libros, las paredes forradas con empapelado viejo, alfombras. Estaba muy ordenado y no lo habían saqueado. Incluso los cristales de la ventana.

El día que lo encontré no llegué a entrar. Cuando volví a mi pelotón no le hablé a ningún compañero sobre el hallazgo, porque no quería que nadie metiera sus manos en aquella parcela de paz ni revolviera los armarios, curioseara las fotografías o rebuscara en los cajones. Tampoco quería que nadie pisoteara los objetos con sus botas, tratara de encender la estufa o destrozara el parqué para obtener leña.
Era un remanso de paz, un pedazo de aquella vida tranquila y serena que tanto añoraba. Una vida en la que no había guerra, tan sólo la familia, la mujer amada, las conversaciones a la hora de cenar, los planes de futuro…Era mi piso, sólo mío, mi hogar.
Un día inventé un juego. Al atardecer, cuando empezaba a oscurecer, llegaba del trabajo a casa, abría la puerta (…), entraba y me dejaba caer en el sillón. Echaba la cabeza atrás, encendía un cigarrillo y cerraba los ojos…
…Ella se acercaba, se acurrucaba en mis rodillas y, con dulzura, apoyaba su cabecita sobre mi pecho.
(…)
Me invadía una sensación de melancolía, pero a la vez estaba feliz, como si en realidad todo aquello (aquella escena) hubiera ocurrido…
Iba a aquel piso continuamente, cada día, y repetía una y otra vez mi juego, el ‘juego de la paz’.
Al cabo de un tiempo, cuando nos disponíamos a abandonar la ciudad para seguir avanzando, pasé por el piso por última vez. Me quedé de pie en el umbral y, con cuidado, cerré la puerta.
Las llaves, las dejé puestas.”

Arkadi Bábchenko, La guerra más cruel, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2008.



1 comentario:

  1. "Toda mi vida tras la guerra es una enorme y total cicatriz" dice Arkadi Bábchenko en declaraciones a El País. Me temo que todas las guerras son la misma guerra. En el texto queda muy bien reflejado la necesidad de encontrar un espacio donde respirar en medio de la aberración que es la guerra. Un lugar sea físico o mental donde no asfixiarse definitivamente con el vómito que toda guerra provoca. La primera parte del 'Viaje al fin de la noche' de Louis Ferdinand Céline también es un buen antídoto contra los que puedan creer que en la guerra puede haber algo valeroso.

    Un saludo.

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