viernes, 27 de enero de 2012

Semónides de Amorgos (ss. VII-VI a. C.)


“Hijo mío, el retumbante Zeus domina el fin
de todo lo que es y lo dispone como quiere.
Los hombres carecen de entendimiento. Pues al día
vivimos como bestias, del todo ignorantes
de cómo la divinidad hará concluir cualquier asunto.
La esperanza y la persuasión alimentan a todos
mientras se lanzan a lo irrealizable. Unos aguardan
a que llegue un día, otros a que rueden los años.
Para el próximo no hay hombre que no espere
hacerse íntimo de la riqueza y los bienes.
Pero a uno se apresura la vejez odiosa a atraparlo
antes de que llegue a su meta. A otros, sometidos por Ares,
los despacha Hades bajo la negra tierra.
Otros, en alta mar, zarandeados por la tormenta
y los muchos embates del purpúreo oleaje,
perecen, cuando en vano tratan de sobrevivir.
Otros se cuelgan de un lazo, en triste destino,
y por propia decisión dejan la luz del sol.
Así que nada hay sin daños, sino que incontables
son las formas de muerte e imprevisibles las penas
y las calamidades de los hombres. ¡Pero ojalá me escucharan!
No anhelaríamos las desdichas ni al encontrarnos
entre duros dolores nos desgarraríamos el ánimo.”

Traducción de Carlos García Gual

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