En la historia de la radio difusión ha habido siempre un espacio de canciones dedicadas. Quiero dedicar ahora este texto a Sisco Sampietro con todo cariño. Muchas veces hemos hecho referencia en nuestras conversaciones a lo dañino de deslindar y oponer las ciencias de las letras con lo que de empobrecimiento intelectual eso supone. Así que siguiendo a Lázaro Carreter respecto a la enseñanza e instrucción de nuestros alumnos se puede decir que, cuando alguien pronuncia: “Sé eso, pero no sé
como expresarlo” afirma algo que no es cierto, o confiesa una lamentable
impotencia: lo que no se expresa bien es porque está mal pensado o confuso; y,
a la inversa, lo confuso no admite ser bien expresado. Escribir es un síntoma de que se piensa
bien. Un mal escrito es una radiografía que evidencia la pobreza mental de su
autor. Escribir bien es resultado de pensar bien. Escribir bien es un objetivo que pretendemos
alcanzar mediante el ejercicio y perfeccionamiento de nuestro idioma, una
capacidad mental superior y un hábito para expresar con claridad y orden las idees. Estas son, por supuesto, las metas que debe proponerse un
estudiante.
Desde el punto de vista lingüístico, todo
escrito debe contar con dos cualidades inexcusables: propiedad y corrección.
La propiedad consiste en emplear las palabras, con su sentido preciso.
La corrección consiste en construir las oraciones de acuerdo con el uso
normal en la lengua. La utilización consciente y correcta del idioma
es obligación ineludible de todo estudiante, qualesquiera que sean los estudios
a que se aplique. Se ha de rechazar la absurda creencia de que escribir bien es
requisito imprescindible para “los de letras”, pero no para los científicos.
Craso error. Condillac decía con toda razón que, “las ciencias no son sino
leguajes bien construidos”.
Un buen ejemplo de todo esto que decimos está plasmado en las enseñanzas de verdaderos humanistas como el Dr. Llovet y el Dr. Lluch.
“En cuanto a los estudios de Medicina, debo añadir que, pese a que carecían del carácter de estudios generales que he comentado, tuvieron en lo que a mí respecta dos virtudes: por un lado, sé, desde entonces, qué es la contingencia humana, y voy por el mundo sin los humos subidos y por la calle con cierta precaución; por el otro, un profesor de la asignatura de « Anatomía » me cautivó desde la primera clase y me aproximó –no podía imaginárselo- al mundo de las letras. Era el Dr. Joan Lluch i Caralps, quien muchos años atrás había sido profesor de la Universidad Autónoma, en tiempos de la República. En aquellos momentos era ya un hombre mayor –murió en 1990- , enormemente calvo si así puede decirse, con una capacidad prodigiosa no solamente para el dibujo sino también para la narración, pese a que impartía una disciplina tan compleja como la anatomía craneal: en lo que respecta al exterior, bastaba con observar su mollera, óptima para un frenólogo. Al explicar los afluentes de las llamadas « venas profundas » del cerebro, o venas de Galeno, el Dr. Lluch se explicaba poco más o menos de esta guisa: « La vena del cuerpo estriado procede de lejos –ya ha viajado un buen rato, pero no muestra signos de desfallecimiento, todo lo contrario- y sigue adelante por el surco que separa entre sí al tálamo óptico y el núcleo caudado. Pero no vayan ustedes a creer que en este trayecto esta señorita camina sola, porque las muchachas, a la bella edad, gustan de ir acompañadas. En efecto: primero traba relación, por el lado extremo, con una gavilla de jóvenes, los numerosos y voluminosos fascículos que han salido un rato del núcleo caudado, del núcleo lenticular, de la cápsula interna y del centro oval: ya ven que esta dama no carece de atractivos; pero, después, la vena del cuerpo estriado, no del todo complacida con dicha compañía, no tarda en plegarse o inclinarse hacia dentro, como vergonzosa, y se esconde un rato, para tener un resuello, debajo del trígono; y sale finalmente a respirar hondo, aturdida por los muchos pretendientes, por el agujero de Munro; después, como las muchachas no reciben mejores consejos que los de su madre, se apresura a buscar, en su origen, la vena madre de Galeno, y entonces se conforta ». [...] He de suponer, pues, que mi decisión de abandonar los estudios de Medicina y pasar a la facultad de Letras vino determinada, en buena medida, por las « narraciones anatómicas » del Dr. Lluch, de feliz memoria”.
Jordi
Llovet; Adiós a la Universidad, pp. 29-30
Manuel Lozano Leyva, escriptor i catedràtic de física atòmica, molecular i nuclear de la Universidad de Sevilla, en una conferència ens va demostra que, més enllà del que normalment se suposa, hi ha molta literatura en la ciència i molta ciència en la literatura. Molt interessant!
ResponderEliminar¡Qué preciosidad!, la explicación del Dr LLuch. Imprescindible, creo, la lectura de este libro de Jordi Llovet, donde reflexiona sobre el 'eclipse de las humanidades' y el estado actual de la Universidad. Incomprensible la separación de las diferentes ramas del saber. Como bien nos demostró el doctor Lozano Leyva en su amena conferencia sobre la relación entre ciencia y literatura, en este caso, díficil separar ciencias y letras. Nos puso ejemplos de ciencia incrustada en la literatura, 'Moby Dick' de Melville; literatura basada en la ciencia, 'Frankenstein o el moderno Prometeo' de Mery Shelly; citó el poema de Lucrecio 'Rerum Natura' donde vierte la física atomista de Demócrito y la física moral de Epicuro... Si alguien tiene interés en la conferencia la puede encontrar en la red. Os dejo una pequeña muestra de la traducción que hizo Agustín García Calvo del 'Rerum Natura'.
ResponderEliminar"No pués, no: nada vuelve a la nada, que todas las cosas,
al desmenuzarse, a los cuerpos sin fin de la masa retornan.
Perece la lluvia, en fin, de que el padre Cielo sus gotas
en el regazo de madre Tierra a rachas arroja:
ah, pero surge lozana la mies y verde le brota
al árbol la rama, él crece también y de cría se agobia;
de ahí a su vez nuestra raza y las bestias víveres toman,
de ahí florecer de niños se ven ciudades gozosas
y en bosques doquiera cantar de pájaros nuevos la fronda;
de ahí, fatigadas del gordo, las reses doblan las corvas
en liedo pastal, y de las hinchadas ubres rebosa
blancura de jugo lechal; de ahí, ya irguiéndose otra
nueva camada en el tierno herbazal sobre patas temblonas,
sacudida su almita reciente de leche pura, retozan.
No pués, no: nada muere del todo de cuanto que asoma,
pues que lo uno de lo otro rehace Natura, ni cosa
consiente que nazca, que no sea usando muerte de otra."