“Querido Zeus, asombrado me tienes. Pues tú a todos
gobiernas con gloria y enorme poder personal.
Bien conoces la mente y el ánimo de uno y otro hombre,
tuyo es el dominio supremo de todas las cosas, oh rey.
¿Cómo, entonces, oh Crónida, decide tu mente otorgar
un mismo destino a los hombres malvados y al justo,
tanto si el ánimo humano se goza en lo recto, o bien
al exceso se da, cumpliendo los hombres injustas acciones?
Nada ha dejado el destino prescrito a los hombres,
ni siquiera un camino a seguir que agradara a los dioses.
No obstante, unos tienen fortuna sin mengua, y otros,
que de acciones malignas apartan su mente, reciben a cambio
pobreza, que es madre de ahogo-por más que practican
lo justo-,
y ésta arrastra el ánimo humano al error, y corrompe
en el pecho el pensar bajo el yugo de su ruda violencia,
y a soportar le acostumbra, a su pesar, numerosos ultrajes,
cediendo a la miseria, que es maestra en muchas desdichas,
en mentiras y fraudes y muy lastimosas discordias,
incluso para aquel que se niega. Ya nada encuentra mal.
Porque engendra pobreza esa amarga y dura impotencia.”
Traducción de Carlos García Gual
Esta pregunta que se hace el poeta a cerca de la fortuna que acaece a los malvados y la desgracia que sufren los que tienen rectas acciones, es una pregunta vigente dos mil años después. Cioran decía que el mal es activo y el bien es pasivo, no trabaja. Canetti pensaba que era la muerte lo que nos hacía malos. Pascal, refiriéndose al estado en el que se encuentra el hombre y a sus irracionales comportamientos nos dice: "Nada es tan importante al hombre como su estado. Nada es para él tan temible como la eternidad. Y es así que no resulta natural encontrar hombres indiferentes a la pérdida de su ser y al peligro de una eternidad de miserias. Ellos son absolutamente diferentes con respecto a las demás cosas; temen hasta las más leves, las prevén, las sienten; y este mismo hombre que pasa tantos días y tantas noches de rabia y deseperación por la pérdida de un cargo o por cualquier ofensa imaginaria a su honor, es el mismo que sabe que habrá de perderlo todo con la muerte, sin inquietud y sin emoción. Esto es algo monstruoso de ver en un mismo corazón, al mismo que esa sensibilidad hacia las cosas más insignificantes y esa extraña insensibilidad hacia las más trascendentales.".
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