Feliz Año. Una buena manera de comenzarlo, la siempre recomendable obra de Philip Roth.
"El Sueco asintió, mirándome como si comprendiera, con una lucidez que nadie había mostrado jamás, lo que quería decir en el fondo, y debido a su mirada sondeadora que probablemente (lo habría jurado) no veía nada, a tanta concesión que no daba nada ni revelaba nada, no tenía idea de dónde podrían estar sus pensamientos o incluso si los tenía si quiera. Me interrumpí un momento, y percibí que mis palabras, en vez de caer en la red de la conciencia de mi interlocutor, no se vinculaban con nada que pasara por su mente; penetraban allí y se desvanecían. Algo en la mirada inocua de sus ojos, los cuales prometían que aquel hombre jamás podría hacer nada que no fuese lo correcto, me resultaba irritante, y ése debió ser el motivo de que a continuación sacara a relucir su carta en vez de mantener la boca cerrada hasta que nos trajeran la cuenta y pudiera alejarme de él durante otros cincuenta años, de modo que en el transcurso del 2045 quizá nos viéramos de nuevo.
Luchas contra tu superioridad, tu trivialidad, procurando no tener unas expectativas irreales sobre la gente, relacionándote con los demás sin una sobrecarga de parcialidad, esperanza o arrogancia, lo menos parecido a un carro de combate que te es posible, sin cañón ni ametralladoras ni un blindaje de acero con un grosor de quince centímetros. No te acercas a ellos en actitud amenazante, sino que lo haces con tus dos pies y no arrancando la hierba con las articulaciones de una oruga, te enfrentas a ellos sin prejuicios, como iguales, de hombre a hombre, como solíamos decir, y sin embargo siempre los malentiendes. Es como si tuvieras el cerebro de un carro de combate. Los malentiendes antes de reunirte con ellos, mientras esperas el momento del encuentro; los malentiendes cuando estáis juntos, y luego, al volver a casa y contarle a alguien el encuentro, vuelves a malentenderlos. Puesto que, en general, lo mismo les sucede a ellos con respecto a ti, todo esto resulta en verdad una ilusión deslumbradora carente de toda percepción, una asombrosa farsa de incomprensión. Y no obstante, ¿qué vamos a hacer acerca de esta cuestión importantísima del prójimo, que se vacía de significado que creemos que tiene y adopta en cambio un significado ridículo, tan mal pertrechados estamos para imaginar el funcionamiento interno y los propósitos invisibles de otra persona? ¿Acaso todo el mundo ha de retirarse, cerrar la puerta y mantenerse apartado, como lo hacen los escritores solitarios, en una celda insonorizada, creando personajes con palabras y proponiendo entonces que esos seres verbales están más cerca del ser humano auténtico que las personas reales a las que mutilamos a diario con nuestra ignorancia? En cualquier caso, sigue siendo cierto que de lo que se trata en la vida no es de entender bien al prójimo. Vivir consiste en malentenderlo, malentenderlo una vez y otra y muchas más, y entonces, tras una cuidadosa reflexión, malentenderlo de nuevo. Así sabemos que estamos vivos, porque nos equivocamos. Tal vez lo mejor sería prescindir de si acertamos o nos equivocamos con respecto a los demás, y limitarnos a relacionarnos con ellos de acuerdo con nuestros intereses. Pero si usted puede hacer eso ... en fin, es afortunado."
Philip Roth. Traducción Jordi Fibla.
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