jueves, 30 de enero de 2014
Lazarillo con el escudero
"¡Bendito seáis vos, Senor -quede yo diciendo-, que dais la enfermedad y ponéis el remedio! ¿Quién encontrara a aquel mi senor que no piense, según el contento de sí lleva, haber anoche bien cenado y dormido en buena cama, y aun agora es de mańana, no le cuenten por muy bien almorzado? ¡Grandes secretos son, Senor, los que vos hacéis y las gentes ignoran! ¿A quien no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo y quien pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lazaro trujo un día y una noche en el arca de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavandose las manos y cara, a falta de pańo de manos, se hacía servir de la halda del sayo? Nadie por cierto lo sospechará. ¡Oh Senor, y cuantos de aquestos debéis vos tener por el mundo derramados, que padecen por la negra que llaman honra lo que por vos no sufrirían!"
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