jueves, 17 de mayo de 2012

EL ANIMAL LINGÜÍSTICO. Una defensa apasionada del lenguaje.

“Cautivado por el juego y las maravillas de las lenguas, sentí desde niño que la historia de Babel era una ‘tapadera’; que invertía un significado más antiguo y verdadero. En su afán por celebrar la monarquía cósmica de Dios, las tribus se reunieron para construir un sublime rascacielos, una torre en espiral desde la cual venerar al Señor más cerca de Su omnipotencia celestial. Para recompensar esta venerable empresa, el Señor, a su manera algo brusca y velada, otorgó al ser humano el inconmensurable don de las lenguas. Concedió a los hombres y a las mujeres la luz, la riqueza inagotable de Pentecostés. Lejos de ser una maldición, el cuerno de la abundancia de las lenguas derramada sobre la especie humana constituía una bendición sin fin. Seguramente, un destello de iluminación reveló su evidencia.
Tanto nuestra condición biológica como la somática están intrínsecamente unidas. Se hallan detenidas por nuestra extinción personal. Se encuentran eternamente cautivas del dolor, de la enfermedad, del deterioro y de la limitación. El recién nacido ya tiene edad suficiente para morir (Montaigne). Una manida aunque justificable retórica insiste en la brevedad, la animalidad, la fealdad o el aburrimiento fundamental de la amplia mayoría de las vidas, en la ‘serena desesperación’, como lo expresa Thoreau, no siempre serena, que puebla todas las horas, salvo las más excepcionales, las ilusiones o las epifanías de cualquier vita común. Un realismo irrefutable revalida el arcaico postulado griego, según el cual, ‘lo mejor es no nacer y lo segundo morir joven’, siendo la vejez, con escasas excepciones, un hediondo desperdicio, una incontinencia de la mente y del cuerpo crudamente revelada por el recuerdo de lo no realizado.
¿Cuál es entonces, la fuente de nuestras esperanzas indelebles, de nuestros presentimientos, de nuestros proyectos hacia el futuro y de nuestras utopías públicas y privadas? ¿De dónde surge el radiante escándalo de nuestras inversiones para mañana, para pasado mañana? ¿Cuál es el origen de la ‘mentira de la vida’, la apuesta de improbabilidad que hace a la mayoría de los individuos y de las sociedades, pese a la existencia de recurrentes excepciones, rechazar la lógica de la desesperación y del suicidio?  En suma: ¿en qué lugar surge la marea del deseo, de la expectación, de una obsesión por la mera existencia que desafía al dolor, al yugo de la esclavitud y la injusticia, a las matanzas históricas?
Estoy convencido de que estas liberaciones de las limitaciones físicas, de la pared en blanco de nuestra propia muerte y de la aparente eternidad de la desilusión personal y colectiva, son en un sentido crucial lingüísticas. Biológica y socialmente, somos, en efecto, mamíferos de corta vida, abocados a la extinción, como las demás especies. Pero somos animales lingüísticos, y es este atributo el que, como ningún otro, torna soportable y fructífera nuestra efímera condición. La evolución del habla humana –tal vez haya llegado tarde- hacia los subjuntivos, los optativos, los condicionales contarios a los hechos y los futuros verbales (no todas las lenguas tienen tiempos y modos) ha definido y salvaguardado nuestra humanidad. Gracias a ello podemos contar historias, ficticias o matemático-cosmológicas, a cerca del universo que se encuentran a billones de años de nosotros; gracias a ello podemos, como ya he mencionado, discutir, conceptualizar la mañana del lunes posterior a nuestra incineración; gracias a las cláusulas condicionales, al ‘si’ (‘si me tocara la lotería’, ‘si Schubert hubiese vivido más tiempo’, ‘si se descubriera una vacuna contra el sida’), podemos, cuando nos place negar, reconstruir, alterar el pasado, el presente y el futuro, cartografiar de otro modo los factores determinantes de la realidad pragmática, lograr que la existencia siga mereciendo la pena. La esperanza es gramática. El misterio de la expresión del futuro o de la libertad –ambas se encuentran íntimamente emparentadas- es sintáctico. Los optativos, los modos gramaticales que expresan el deseo, abren la prisión de la necesidad fisiológica, de las leyes mecánicas. ¿Hay nominación más concisa de la utopía que la del pluscuamperfecto? ¿No deberíamos detenernos constantemente asombrados ante la capacidad de los pretéritos para reconstruir la historia, además de nuestro propio pasado? Este maravilloso giro se encuentra condensado en la proverbial intraducibilidad de la frase con la que Proust comienza En busca del tiempo perdido. Pero incluso estas gramatologías de la emancipación sucumben ante el milagro, pues seguramente no es otra cosa, del futuro del ‘ser’, del ‘será’, cuya articulación genera los espacios donde respiran el temor y la esperanza, la renovación y la innovación que constituyen la cartografía de lo desconocido.
Imaginemos un lenguaje, una conciencia encerrados en el presente, en la realidad del registro ‘verdad funcional’ más tautológico. Con cáustica ambivalencia, Swift exalta semejante lengua de veracidad pura y al mismo tiempo se la tribuye a los caballos. ¡Qué tedio de eterno mediodía trajo consigo el habla adánica de verdad sin sombras! ¡Cuán monótona es la inmortalidad del presente! Es la mediación de lo imaginario, de lo inverificable (lo poético), son las posibilidades de la ficción (mentira) y los saltos sintácticos hacia mañanas sin fin lo que ha convertido a hombres y mujeres, a mujeres y hombres, en charlatanes, en murmuradores, en poetas, en metafísicos, en planificadores, en profetas y en rebeldes ante la muerte.
Así pues, no fue sólo el dolor, la culpa, la mortalidad, y la condena a ganarse la vida con sudor lo que surgió tras la expulsión del Edén. Fue la dinámica central de la esperanza (¿qué cabe esperar en Jardín, en el Disenylandia de lo divino?). Junto con la música, el lenguaje, cualquier lenguaje, encierra recursos infinitos del Ser. Es el don supremo que el ser humano posee y recibe. Hace posible la construcción de torres que casi alcanzan las estrellas.”

Errata El examen de una vida, George Steiner. Traducción Catalina Martínez Muñoz.  
                

3 comentarios:

  1. En el nº 28 de 'Revista de Libros', escribe una reseña Ángel García Galiano sobre 'Errata' donde, entre otras cosas señala: "Libro en verdad admirable, nos reconcilia con la crítica literaria, con el pensamiento humanista y nos acerca, revisitados, los mitos fundadores de nuestra cultura occidental que, al fin y al cabo, nace en dos cenas (el banquete o simposium y la eucaristía) y en dos ejecuciones: las de Sócrates y Jesús... No es Errata una biografía en sentido convencional, las ciudades, los maestros, la familia del crítico aparecen sólo allí donde sirven para corroborar una idea, para remarcar una presencia intelectual, para justificar una anécdota. El libro es sobre todo un viaje alrededor de sus ideas, de sus más queridas obsesiones: la música como demostración «evidente» de los límites del lenguaje y, por tanto, de la razón, incapaz de acceder en su totalidad al misterio de Dios o de la muerte..., la pedagogía y didáctica de la literatura..., el papel civilizador del arte..., el misterio del mal... frente al gélido y desesperanzado análisis de la razón, Steiner prefiere aferrarse pascalianamente a las razones del corazón, «al amor y al futuro como verbo», el gran invento, junto al descubrimiento del fuego, de la raza humana". Uno de los aspectos que me han resultado más interesantes de la lectura de esta obra ha sido su despliegue diletante, su caudaloso verbo, su apasionada actitud hacia lo que ama, su interés intelectual por cualquier campo del saber y su férrea, a pesar de todo, defensa de la vida.

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  2. Sin duda el lenguaje es el don supremo del ser humano. En el pasaje de la torre de Babel los autores de la Biblia ponen de manifiesto el muy cristiano, sobre todo judío, sentido de la culpa. Es célebre el siguiente pasaje de 'El proceso' de Kafka:

    " 'Sin embargo, no soy culpable', dijo K. 'Es un error. ¿Cómo puede ser siquiera culpable el ser humano? Todos somos aquí seres humanos, tanto unos como otros.'
    'Eso es cierto', dijo el sacerdote, 'pero así suelen hablar los culpables' "

    Es evidente que los autores de la Biblia nos alertan sobre las consecuencias de la soberbia pero la aparición del lenguaje es para los seres humanos (fundamentalmente para las mujeres, porque el lenguaje es una capacidad marcadamente femenina), tal y como planeta Steiner, 'la riqueza inagotable de Pentecostés'. Y dentro del lenguaje, la aparición de las diferentes lenguas es un signo de libertad, libertad que no interesa al poder, y de ahí sus esfuerzos en limitar el número de lenguas y la riqueza de las mismas.

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  3. Es un libro tan inagotable que es difícil elegir un fragmento que dé cuenta de la riqueza de la obra. Steiner que tuvo una educación trilingüe desde niño (alemán, inglés y francés) a la que incorporó las lenguas clásicas (griego y latín), entre otras, defiende el don de las lenguas como una bendición y no una maldición, interpretando el sentido del pasaje bíblico en sentido inverso a como la Biblia lo presenta. En su vehemente alegato en favor de las lenguas llega a decir en un algún momento: "Pero soy incapaz, incluso en los peores momentos, de renunciar a la creencia de que los dos milagros que validan la existencia mortal son el amor y la invención de los futuros verbales". Una lectura muy recomendable.

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